2/10/11

Silla de ruedas...

Me gustaría volar y tocar el cielo con la yema de mis dedos.
No soy débil, ni alocado, tampoco irresponsable o egoísta.
Soy tranquilo y feliz, consigo sacar del mundo lo mejor.
O al menos, lo conseguía.
No entiendo qué he hecho para merecer esto.
Mi vida depende ahora de una silla con dos enormes ruedas, a las que he de admitir, he empezado a odiar.
No comprendo porqué tiene que darme de comer mi padre, como si tuviera tres años en vez de catorce.
No consigo entender la causa por la que ahora tengo que ducharme con papá, y mis piernas parecen delgados palillos, porque no responde más de la mitad de mi cuerpo cuando yo le ordeno que se mueva, y no puedo ir a clase, y no entiendo porqué mis amigos me han dejado de visitar.
No comprendo por qué las noches han dejado de ser mi momento favorito, y las pesadillas se esconden tras oscuros rincones para asaltarme en la penumbra.
Luego recuerdo aquel fatídico día.
Recuerdo los dos focos de luz brillantes y un momento después, estar tumbado en el suelo, lleno de sangre y cristales, y ver el vehículo que me embistió huir.
Escapa mi comprensión la razón por la que el hombre que ha destruido mi vida siga en libertad.

Pd: texto dedicado a Aarón Fotheringham , autor del primer doble salto mortal de la historia en silla de ruedas. Porque a sus 18 años, nada le impide hacer lo que quiere. Sin duda, una lección increíble. Nunca te rindas.

2 comentarios:

  1. -Este texto me ha puesto la carne de gallina, es una injusticia muy grande, pero el texto te hace sentir lo que siente ese chico, y tienes razón, nunca hay que rendirse.

    ResponderEliminar
  2. xDDD La verdad es que el texto tiene mucha razón si ;)
    (K)

    ResponderEliminar