Nunca nadie me había hecho sentir así, nadie había conseguido que pensara en ella al despertarme todos los días durante meses. Lo he intentado de todas maneras posibles, por activa y por pasiva, del derecho y del revés, te prometo que lo he intentado millones de veces, pero no lo he conseguido.
No he conseguido olvidar tu risa, el marrón intenso de tus ojos o el olor a naranja que desprendías. Pero creo que ya sé por qué no lo he conseguido, no lo he hecho porque me resisto a pensar que todo ya se ha terminado, que voy a tener que dejar de sonreír y de llorar por tu culpa, que ya se han agotado esas tardes que deseaba que se convirtieran en infinitas y que esas conversaciones interminables donde no sabíamos que más decirnos el uno al otro tenían fecha de caducidad, simplemente porque me resisto a pensar que ya no tengo motivos para seguir queriéndote.
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