No te ofendas, pero no me importas. No es que no me importes y te odie, es que simplemente no existes para mí.
Me has hecho sufrir y llorar, me has roto y me he tenido que recomponer. Llegó un momento en el que decidí que era suficiente.
No dejaría que volvieses a herirme, y para ello, desapareciste de mi vida.
Sí. Siento decirte que eres tan poco importante, que hay veces que cuando te mencionan tengo que hacer memoria para recordar tu rostro.
Lo sé, yo tampoco podía creer el progreso que estoy haciendo.
Pero bueno, supéralo.
Sé que soy maravilloso, que me quieres más que a nadie, que nunca quisiste hacerme daño de verdad...
Lástima que ya no crea tus falsas lágrimas.
Por eso te pido que recojas lo que queda de tu dignidad que he pateado y nos hagas un favor a todos.
Vete.
Pero no para volver.
19/9/11
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