15/5/11

Como esos bailarines...

Quizá sea un experto en dar consejos que se quedan lejísimos de ser llevados a la práctica por mí mismo, quizá la vida me quede grande, no sepa qué hacer en determinados momentos, o quizá me tiemblen las piernas cuando el miedo se apodera de mí, que últimamente pasa de forma demasiado frecuente. Quizá sea una bohemia de la vida, una de éstas que extraen sensaciones de los garabatos y de las letras, quizá sea un ingenuo.
Quizá me tenga que poner de puntillas más de una vez para hacer frente a mis miedos, para estar a la altura de la vida, para garantizarme un hueco en aquello que se ha convertido en mi forma de vivir, quizá mis pies se asemejen a los de un bailarín, capaz de hacer malabares, de levantar más de cincuenta kilos con la fuerza de un único dedo, quizá sea normal aceptar todo lo que se nos viene sin la necesidad de ponernos de puntillas, de aumentar nuestra medida unos  diez centímetros para estar a la altura, quizá no sea necesario hacer lo de los bailarines, quizá sea más fácil resignarse.

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