25/3/11

Y que todo vuelva a ser como antes...

Incandescente, valiente, rebosante de felicidad, así estaba, como una vela recién encendida que luce con vitalidad. Ese conjunto de cosas me obligaba a cerrar los ojos cuando te acercabas a decirme algo al oído, a bajarte la mirada cuando tus ojos se clavaban como puñales, a temblar cuando tu mano se posaba en mi cintura, a emitir una sonrisa temerosa ante preguntas indiscretas, o a llevar esa sonrisa dibujada en la cara de vuelta a casa, a estar embriagado de fantasías, que tenía la certeza de que cobrarían vida.
Hoy por hoy, esa llama está latente, sin vida, temerosa y cargada de frustración, pero no se ha apagado, sigue ahí, pequeña, casi imperceptible, porque está esperando que llegue de nuevo esa cerilla que la enciende, está esperando ese soplo de aire que la haga alumbrar de nuevo, está esperando que tú llegues un día y que todo vuelva a ser como antes.

0 comentarios:

Publicar un comentario