Cierras los ojos y permites a esa terrible oscuridad ceñirse sobre ti para finalmente derrotarla, para permitirle plantarte cara y ganarle en la batalla final, para vencerla en una guerra pública. Ya no puedes ignorarla por más tiempo, te persigue, forma parte de ti, te ciega a lo que amas y te muestra sólo el terror de vivir.
Por eso decides permitirle arañarte, para poder aplastarla con tus ganas de sentir, de ser feliz.
Pero una vez que ha comenzado a atacarte, no se detiene. Te hiere por todos los flancos, hace que tropieces, que caigas. Te das cuenta de que era mucho más fuerte de lo que pensabas, no sabes cómo salir de ella, cómo lograr escapar de sus garras. Te refugias en tu interior, creyendo de manera errónea que allí no podrá tocarte. Pero te hunde, te machaca, se burla de tus errores, no te deja continuar. Todo da vueltas y vueltas y vueltas y nada tiene sentido, sólo eres consciente de ese dolor horrible que ha hecho un apacible nido en tu alma.
Te consumes, te conviertes en cenizas, ves cómo mueres lentamente, como te calcinas en dolor.
Pero de repente, cuando ya has perdido toda esperanza, encuentras a alguien que te saca adelante. Te levanta, te empuja y te obliga a luchar, a ganar. Y tú, sin saber muy bien cómo, luchas, porque esa persona te lo ha pedido. Y batalla tras batalla, derrota tras victoria, acabas ganando la dura guerra. Levantas la mirada para agradecerle con todo lo que eres a esa persona el haberte salvado; pero sólo aparece una sonrisa en tus labios, correspondida con inmensidad.
Me a gustado mucho el texto, pero como todos tus textos supongo, hacia mucho que no leía uno >.< ya tu sabes jaja
ResponderEliminarMe e reído por la cara al leer mi nombre aunque no era refiriéndose a ninguna persona xD
Un beso! [si, un beso u.u]
con que te hayas reido me vale xDD
ResponderEliminarun beso, susu ;)
(K)